Si es que no paro, de un lado a otro, entre museos y bajo los tilos, o paseando por el Spree, de club en club y lleno de fiestas de todo tipo, hasta de música. Esto se mueve y aunque de vez en cuando tiramos alguna foto, ni tiempo me queda para contarles nada. Así que casi ni lo haré, aunque a ratos suba -si pillo un hotspot de esos- alguna foto a la
galería de flickr.
El sábado pasado anduvimos por el
Folsom, que no es la calle Folsom de San Francisco, sino Fluggerstrasse en Berlín, pero es lo mismo. Sin sexo en la calle, eso sí, que la gente aquí es más formal, aunque alguno enseñe el culo y otras partes del cuerpo serrano. Había hasta monjas petitorias, todo por buenas causas. Me tenía que haber puesto al menos unos chaps de cuero, pero al fin y al cabo los osos de peluche tenemos ciertas prebendas y me dejaban ir tranquilamente. Había megafiestas por todos los lados, aunque lo más apacible es poderse sentar al lado de uno de esos lederones y tomarse una currywurst de esas que venden por toda la ciudad.
Total que al final la gente anda que se duerme por cualquier lado.
Por cierto, que descubrí en un anuncio enorme de Flickr de las chicas de Sisley para esta temporada, que van en plan placeres de la huerta, y esta llena de pepinos me recordó la apócrifa historia de Elena Bastibari, a la que ElPez le dedicó una bitácora hace años, que
sigue por aquí. In memoriam, cariño.
Seguiremos informando. Como el otro día se puso a llover y hacía más frío, ya no se ven culos por la calle ni chicas metiéndose pepinos entre la ropa de moda. Por lo demás, Berlín me encanta. No en vano el escudo de esta ciudad tiene un plantígrado como yo de animal emblemático.
Ich bin ein Berliner, sin duda...